ECOFIGHT


Artículos comprometidos con el medio ambiente y la sostenibilidad


El Confinamiento general hizo diminuir la contaminación a niveles del siglo pasado

La reducción del transporte por tierra, mar y aire limpia casi todo el planeta de dióxido de nitrogéno.

Justo después de un mes de la declaración del estado de alarma y de asumir las estrictas medidas de confinamiento, el dióxido de nitrógeno (NO2), desciendió en Madrid hasta un 64,6%. Es el nivel más bajo desde 2010 y era algo impensable alcanzar cuando se promovió crear el perímetro de “Madrid Central” para paliar la contaminación en el centro de la capital. El día 24 de marzo, apenas diez días después desde tal declaración, en la ciudad de Barcelona los datos aún fueron más sorprendentes. La contaminación bajó hasta un 75% según un informe de la Generalitat. Y en el resto de España, esa misma semana se confeccionó otro estudio avisando
que la media en todo el país era de un descenso del 64%, el estudio lo realizó la Universitat Politècnica de València (UPV).

El clima ayudó en algunas zonas. Las lluvias caídas y las rachas de vientos producidas, aunque moderadas, que se produjeron durante el mes de marzo y las primeras semanas de abril también contribuyeron a ese descenso de la contaminación. Pero el factor más influyente es, sin duda, la reducción de la movilidad del transporte en todos los terrenos: tanto terrestre, como aéreo, como marítimo. La reducción de la contaminación también ha sido drástica en otros países que han llevado medidas de confinamiento y paro generalizado del transporte y que son los más contaminantes del planeta, como China y Estados Unidos.

Parece mentira que haya tenido que ser un virus de carácter pandémico el único capaz de limpiar el planeta durante un tiempo casi en su totalidad. Los protocolos establecidos para frenar el cambio climático han sido todos inútiles. Desgraciadamente ésto tampoco va a servir para concienciar de la gravedad del asunto puesto que la mayor preocupación de todos los estados ha sido como reactivar todos los mecanismos de actividad productiva lo antes posible. La emergencia sanitaria quedó en segundo plano desde el minuto cero en la mayoría de los paises afectados. La preocupación por perder la hegemonía monetaria y recursos de capital va a seguir siendo la mayor amenaza para el planeta. Revisen las recacciones de todos los presidentes en los primeros días de alarma correspondientes y comprobarán cuales son las preocupaciones reales de casi todos ellos. Lo de Trump y Bolsonaro no tiene nombre.

Artefactum Doc. 178 | Barcelona | © 2018 Laia Beltrán (UAB)


¡Estamos altamente contaminados!

El simple hecho de lavarse la cara, el pelo o aplicarse un desodorante se puede convertir en un atentado contra la salud, si no se eligen los productos adecuados. Y es que buena parte de la industria cosmética utiliza aún como ingredientes de sus geles, jabones, perfumes, champús, desodorantes, productos para bebés, dentífricos, espumas de afeitar, etc., sustancias tóxicas capaces de provocar un sinfín de trastornos más o menos graves, cáncer incluido.

Una realidad consentida por las autoridades que queremos poner en conocimiento del lector.

Según EWG, Asociación Medioambiental norteamericana “…En el Mercado se encuentran disponibles más de 85.000 productos cosméticos, menos de un 10% ha sido analizado para saber los efectos que estos podrían causar en nuestra salud…”

Según la Agencia para la Protección de la Salud del Reino Unido “…Cada mes aparecen más de 600 sustancias químicas nuevas que se añaden a la lista de las 80.000 ya existentes.
Y, sin embargo, sólo se ha constatado los efectos que provocan en humanos en menos del 10% de los casos! Es decir, hay “controladas” menos de 8.000 sustancias. y de ellas están permitidas para su uso en cosmética algo más de 6.000…”

Permitidas… sin que entendamos además la razón, ya que está constatado que muchas causan alergias, problemas de pigmentación, irritación de la piel, trastornos hormonales e, incluso, cáncer. Y es que, contra lo que algunos pretenden que creamos, las sustancias de los productos cosméticos no se quedan en la capa más superficial de la piel, sino que se absorben y pasan a la sangre pudiendo provocar dolencias de todo tipo.

En suma, la contaminación que hoy sufrimos los seres humanos por sustancias químicas es gigantesca.

Acercarnos a la Naturaleza
y obtener sus múltiples beneficios,
es uno de los secretos para vivir sana y plenamente.

Artefactum Doc. 64 | Madrid | © Karmen Lombana


Pasión por el plástico en la sopa de pescado

Si vas a bañarte en Sa Caleta de Ibiza puede que haya medusas o puede que no. Lo que hay seguro son restos de plástico. Si vas a comer marisco en Caracas, Shangai o Honolulu, que sepas que habrá plástico en tu plato. Que quieres un arroz con bogavante en Sitges, una paella con andaricas en Tazones o un arrocito caldoso en Tabarca, que sepas que habrá plástico en tu plato. Hay plástico en el pirineo aragonés y en los andes apeninos, hay plástico en el suelo y en el aire. Hay plástico en tu casa por mucho que lo quieras evitar. Hay plástico en la oficina, en el bar y en el cine. Hay plástico en tu ropa, en tu pelo y debajo de tus uñas; hay plástico en tu nevera, en tu pasta de dientes y en infinidad de productos, dentro y fuera del envase… que en la mayoría de los casos suele ser de plástico.

Pero donde más plástico hay es en los mares y en los oceános. Billones de residuos microscópicos que se comen los peces, que se comen las aves marinas y que acaban de vuelta en el supermercado y en los restaurantes. Hay plástico hasta en la sopa y nunca mejor dicho. Cada vez hay más estudios que alertan de la contaminación de los mares y su futura repercusión. La solución no es simple pero lo que es evidente es que cuanto menos consumo de productos que contengan plástico, menos residuos tóxicos habrá en la mayoría de los alimentos. El plástico que consumimos y no reciclamos correctamente nos lo comemos.

Artefactum Doc. 91 | Barcelona | © 2018 Laia Beltrán (UAB)


Consumir carne contamina. La ONU sugiere un cambio de dieta

El problema se extiende por tierra, mar y aire. El informe se centra en el mal uso del suelo, la contaminación del agua y las emisiones de CO2.

Los expertos científicos de la ONU, no es que hayan declarado la guerra a los productos cárnicos, pero recomiendan otras opciones de consumo alimenticio y aseguran que se debería procurar disminuir su producción. El motivo, pues, no es la carne en sí, el problema radica en todo el proceso de producción.

Los autores del informe hicieron un balance de las emisiones producidas durante toda la cadena de producción de productos cárnicos, ésta está directamente relacionada con el mal uso del suelo que a su vez implica una contaminación del aire. La cadena empieza, primero, con la producción de piensos: incluye la producción de fertilizantes químicos y la deforestación para producir forrajes y pastizales. Seguidamente pasa por la producción animal: que incluye las emisiones de la fermentación y de óxido nitroso del estiércol. Y concluye con la emisión del CO2 liberado durante la elaboración y el transporte de todos los productos cárnicos. Según el informe: el sector ganadero genera muchísimos gases de efecto invernadero, de hecho provoca un 18% más de emisión de CO2 que todo el sector del transporte.

Por otro lado está el consumo del agua. Por lo visto, para producir un kilo de carne de vacuno es necesario gastar 16.000 litros de agua. Y no solo eso, el ganado contribuye 10 veces más a la contaminación del agua
y la explotación de los escasos recursos de regadío. Así pues, la actividad ganadera es uno de los sectores más perjudiciales y contaminantes. Desechos fecales, fertilizantes, pesticidas, plaguicidas y antibióticos que
acaban en los ríos y en el mar contribuyendo a la destrucción masiva de los arrecifes de coral.

La conclusión de la ONU para paliar otra de las degradaciones del medio ambiente es consumir mucha menos carne y hacernos algo más vegetarianos.

Artefactum Doc. 148 | © 2019 Laia Beltrán | UAB Barcelona